miércoles, noviembre 07, 2007

Entre sueños.

Vivía entre imágenes en movimiento, entre música fuerte y edificios pequeños,
me reía de todo, me importaban pocas cosas, no podía asegurar que lo que iba a hacer en el futuro sería realmente lo deseado.
Pero pasó.
Me encontré kilómetros después de mi lugar de inconciente felicidad,
me veo rodeada de sujetos extraños, de gemidos de mujeres que nunca pensé conocer,
entré a un lugar enorme, en donde no había nada conocido,ni nada por conocer, muros altos y un hombre que me sigue, no me pregunta no me responde, nunca hemos hablado, pero quiere saber algo de mí, subo escaleras, no sé a donde voy, ya me cansé, y giro mi cabeza a donde aquél hombre estaba, y no veo nada.

Bajo las escaleras de caracol que me hicieron perder la respiración, salgo de ése edificio enorme, con muros altos, quiero cruzar la calle, hay muchos carros, no me dejan caminar, en un intento de huir de aquél edificio corro y la calle ya no está, ahora estoy en un lugar hermoso, con grandes árboles y millas de pasto verde, camino un poco para ver en donde estoy, no lo sé, nunca había estado ahí, pero hay algo familiar de ése paisaje con olor a bosque, no tengo idea por que, pero no me he percatado de que estoy caminando en un empedrado, el bosque, está a mi alrededor, decido doblar hacia la izquierda, y quitarme los zapatos, bajo una pequeña montaña y hay un río, lleno de piedras grandes y chicas, quiero entrar al río, subo mis pantalones hasta donde están mis rodillas y brinco entre las piedras en las que caben mis pies para asi entrar, el agua está helada, pero no me molesta, al contrario, siento que me hace despertar, empiezo a no sentir los pies, así que camino hacía un pedacito de lodo endurecido por el sol que calienta y relaja las llemas de mis dedos rojos y congelados, me trepo a una piedra y veo mi disotorcionada sombra saludar al río, el río contesta el saludo arrojando unas cuantas piedras de colores en mis manos.

Salgo del río y camino de regreso por el empedrado, pero ahora tres perros me acompañan dos pequeños y uno grande, al parecer el grande es la madre de los otros dos, uno de los pequeños ladra alegremente invitándome a tomar el sol arriba de una montaña, quien sabe como, pero subimos, el perro parece no cansarse, y yo, vuelo por ensima de los caninos guías.

Nos detenemos en lo alto de lo que parece ser un volcán, la madre de los perros camina por un puente de madera que está justo en medio del cráter del volcán, los cachorros se quedan en las faldas del volcán como esperándo a que pase algo, lo que era un perro café miel madre de dos perritos se convierte en una mujer, blanca como la nieve que cubre las faldas del volcán, pero con ojos negros, como las piedras que ví hace unos minutos o quizás horas en el río, la mujer me ve, sabe que estoy volando, y yo sé que ella era un perro, mi curiosidad me hizo preguntar quien es, pero no me respondió, se sentó en medio del puentecito de madera y empezó a cantar, era una lengua que no entendía, pero recuerdo que su voz era muy bella, los cachorros seguían esperando algo, como si el que su madre se volviera humano no fuera suficiente, voltié hacia arriba no sé por que, y vi como una serpiente volaba hacia el volcán, la serpiente entró y yo por inercia cerré los ojos, cuando los abrí estaba de nuevo en la incómoda cama que mi hermana me presta.



Soleil.

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